¡Hola a todos! Antes de nada tengo que gritar a los cuatro vientos que por fin conseguimos ganar en Euroliga… Trabajo nos ha costado, la verdad. Trabajo, sudor y muchas horas de vuelo que tienen sus consecuencias. Han aparecido los dolores de espalda por culpa de estos viajes que para mis huesos se han vuelto insufribles. Si os digo la verdad para mí esto de viajar ha perdido su gracia y es que ya no es igual que en mis tiempos mozos. Antes me encantaba llegar a las ciudades, entrenar y salir a dar una vuelta para hacer un poquito de turismo… ¡Qué tiempos! Esos días se acabaron y, pese a que en las nuevas tecnologías nos lo ponen muy muy fácil, cada vez me gustan menos.

 

El otro día lo comentaba con mis compis y les contaba cómo eran las cosas cuando empezaba a viajar en Euroliga con el Dorna Godella de mi querido Miki Vukovic allá por el año… mejor no decirlo ¿verdad? La conclusión es que aquello sí que eran viajes. Sin wifi, sin pelis que poder ver en el Ipad, sin ordenadores portátiles, con nuestro discman a cuestas y nuestro libro de turno teníamos más que de sobra. Al llegar al hotel nada de televisión con canales extranjeros, canales autóctonos y a enterarnos de lo que pudiéramos. ¡Cómo ha cambiado la vida por Dios…!  Eso sí que era sentirse como Willy Fog.

 

Una vida entre aeropuertos

Una vida entre aeropuertos

Ahora nos quedamos sin internet y nos morimos. Por eso confieso que lo único que veo es el itinerario, las escalas y las horas de vuelo. Calculo el tiempo perdido en cada aeropuerto, preguntándome cómo estarán mis piernas después de cada viaje. Sí es verdad que mirando atrás sonrió porque me sorprende como la vida ha cambiado, como el baloncesto ha cambiado y como yo he ido madurando, creciendo y haciéndome mujer a la vez que me iba haciendo jugadora. ¿No tendría que quejarme tanto, no? Va una intimidad: Soy una quejica… Sí, sí me quejo siempre. Es un defecto de fábrica… Pero también estoy cambiando a mis 36 primaveras porque la vida no deja nunca de enseñarnos cosas. «C’est la vie».

 

A lo que íbamos que me enrollo como las persianas… pero es que hay días que me parece que hay tanto que contar…

Esta victoria con Tarsus sabe muchísimo mejor que otra cualquiera. Me imagino que muchos de los que estáis leyendo este blog no sabréis que mi club todavía no ha disputado ni un solo partido en nuestro pabellón, en Tarsus. Os podéis imaginar la paliza y los kilómetros que llevamos encima teniendo todos los encuentros fuera de casa, tanto los de Europa como los de la liga turca. Como decía mi madre «demasie pal body»..

 

¿Cuál es la razón de que suceda esto? Resulta que este año se celebran los Juegos del Mediterráneo en Mersin, ciudad a la que pertenece Tarsus, y el pabellón está en obras para acondicionarlo. En definitiva, que no estará terminado hasta diciembre y aunque en principio nos decían que podríamos jugar allí el día 12, ya nos han informado que no podrá ser… Así que nuestro gozo en un pozo y el partido que debíamos jugar de la segunda vuelta contra el Sparta&K de Moscú lo tendremos que disputar en Adana (a 40 kilómetros de Tarsus en un pabellón donde juega el Botas tanto la liga turca como la Eurocopa).

 

Nada, que al final os he soltado todo esto rollo para terminar por hablar de lo mismo que al principio y es que esta victoria nos ha sabido a gloria porque así da gusto volver a casa, aunque sea sólo un día para volver a hacer la maleta y ponernos en marcha de nuevo. Tarsus ha hecho historia al lograr su primera victoria y yo he batido récord en kilómetros en dos meses y medio de competición.

Con la maleta a cuestas o viceversa

Con la maleta a cuestas o viceversa

 

Para el próximo verano ya tengo plan: Nada de viajes, nada de aviones porque como decía la canción de Mecano ¡me quedo en Madrid!

 

¡Extra, extra! Noticias de última hora: En el último partido de liga turca (ganamos) sufrí un pequeño accidente con una de las americanas del otro equipo. Resulta que me dio un codazo en toda la nuca que mandó al suelo y me tuvo diez minutos en los que apenas pude moverme. La verdad que me asusté bastante…

 

Me tuvieron que llevar al hospital para las pruebas y me hicieron unas resonancias a nivel de cuello y lumbar pero había que complicarlo un poco, jeje. Tengo un pequeño problema porque siento claustrofobia cuando me encuentro en espacios pequeños y no pude hacerme el resto de las pruebas en el hospital de Tarsus, que por cierto está fenomenal, porque no podía meterme en la máquina. Para que no me enterara me querían pinchar anestesia… ¿estamos locos??? Al final me llevaron a Adana donde hay un centro radiológico con máquinas de resonancias abiertas y yo tan contenta. Los resultados no han podido ser mejores pese a que he estado dos días sin apenas poder caminar. No tengo nada serio más que un cuerpo hipercontracruzado por el tremendo golpetazo que me llevé. Ahora unos días de reposo y tratamiento y ¡de vuelta en las pistas!