No sé si el título de esta entrada es el más apropiado pero como yo escribo me toca decidir y así que aquí se queda para la posteridad… Lo cierto es que lo más lógico sería titularlo “según la vista de los demás”. Quedaría bien, pero al empezar a juntar estas letras me vino a la mente el título de aquel programa que desde un helicóptero recorría España mostrando sus pueblos, sus paisajes, sus gentes…

Pretendo hablar un poco sobre cómo nos ven desde fuera, así a primera vista. Concretamente desde el otro lado del charco, desde la estepa rusa y desde tierras turcas, tres lugares por los que he pasado a lo largo de mi carrera. En una primera conclusión diría que todos piensan que trabajamos poco y que todo el mundo se echa la siesta porque sí, efectivamente la palabra siesta se conoce en cada sitio igual que se conoce la Macarena –mira que tiene guasa que nuestra canción más internacional sea la Macarena-. Nos ven como gente fiestera, con pocas ganas de esforzarnos y con horarios que al resto del mundo les parecen inhumanos.  

Cambiar esta imagen es difícil  y encima ahora en todos los lados destacan que tenemos la crisis encima… Por supuesto yo defiendo nuestra patria y primero les escucho pero después les digo que no tienen ni puñetera idea de lo bien que vivimos y de lo importante que es para nosotros poder disfrutar de las 24 horas del día. Digo también que desconocen los lazos de unión que tenemos con nuestros amigos, los valores familiares que tratamos de hacer perdurar… Hay crisis, sí, pero la gran mayoría no perdemos la oportunidad de intentar ser felices muchas horas del día. Hay mucha crisis, sí, pero no cambió España y nuestra forma de vida por ninguno de los países en los que he pasado el examen de la crítica a la española.

 

 

Claro que no es todo de color de rosa. También hay cosas que cambiar y entre ellas creo que somos un país que tiende a recrearse en lo negativo, hacemos noticia de todo lo malo y nos centramos en ello en vez de ensalzar lo bueno y lo positivo que tenemos, que es mucho. Para no irme más lejos voy a referirme al claro ejemplo que puede ser el deporte. Da igual lo que hagas durante muchos años porque en cuanto bajas el listón siempre hay alguien preparado y dispuesto a la crítica. Te crujen, vamos. Eso es así y tenemos muchos ejemplos. Para mí el más grande lo representa Rafa Nadal que da igual lo que gane porque siempre que pierde, ya lo retiramos y ole sus hue… porque vuelve para acallar a los bocazas. Regresa y hace lo que mejor sabe: jugar al tenis y después perderá o ganará, que es lo que hace casi siempre.  

Es evidente que es ley de vida envejecer y dejar pasar a los jóvenes pero en vez de realizar esta transición con naturalidad, todos aquellos que se regodean en el fracaso y que esperan que llegue desde hace mucho, seguro se frotarán las manos porque como es lógico tarde o temprano acertaran. Son claro ejemplo de eso que no me gusta del español, el recrearnos en lo malo y no en lo bueno.

Tarsus sigue sin lograr una victoria europea… ¡Qué mal sienta perder por Dios…! Pero bueno ahí estamos luchando para que el equipo turco haga historia y gane su primer partido. En la competición Europea, a excepción del partido de Rivas -que es mejor no recordar-, hemos estado en todos los partidos luchando por la victoria y en todos hemos perdido por menos de diez. Se nos han escapado en los minutos finales y no estoy acostumbrada a perder tanto, la verdad. Dije que aprendería mucho en esta nueva etapa de mi vida deportiva y una de las que tengo pendientes es salir con la cabeza bien alta después de perder y no con el cabreo del siglo y enfadada con el mundo por haber fallado o cometido errores.

En ello sigo: ¡A disfrutar en la pista se ha dicho, tanto en las derrotas como en las victorias!